Basado en equipos de riego de última generación que emplean algoritmos avanzados de inteligencia artificial, el invernadero orgánico de 20 acres está construido para albergar plantones de árboles frutales destinados a sus campos, así como a los de sus socios, sus instalaciones de I + D agronómico y el cultivo de cultivos de interior como melones y pepinos.
El proyecto requirió una planificación detallada, identificación y preparación de terrenos adecuados, la construcción de 8 edificios de una hectárea diseñados para maximizar la ventilación natural y resistir las condiciones más duras que la Madre Naturaleza puede arrojarnos, junto con un sistema de riego que incorpora estanques de doble filtración y lo último en tecnología de sensores agrícolas.